En 1929, Joseph Story, ministro de la Suprema Corte de Estados Unidos, dijo en un comunicado que “el derecho es una amante celosa que requiere de un largo y constante cortejo”. Es innegable que la vida de abogad@ de despacho es una vida bastante agotadora y desgastante, que constantemente requiere priorizar la vida profesional sobre muchos otros compromisos personales.
En los últimos años hemos visto que ha cambiado bastante la cultura de trabajo en los despachos de abogados y cada vez es más común ver que l@s abogado@s tienen una vida fuera de la oficina. Sin embargo, estando casada con un socio de un despacho (que en más de una ocasión ha tomado llamadas mientras estamos en Disney con tres niños chiquitos), considero que todavía hay muchísimo camino por recorrer y que los in-house somos una parte importante para contribuir en esta mejoría. Al final, la industria legal es una sola y los despachos y departamentos de in-house somos engranajes dentro de esa única industria.
Propongo dos cambios concretos que podemos impulsar, desde la trinchera del in-house, que podrían ayudar a avanzar en este camino.
- La cultura de la urgencia. Indra Nooyi, en su libro “My Life in Full” cuenta que, casi al final de su tiempo como CEO de PepsiCo, tenía que asistir al funeral de una de sus mejores amigas y no lo hizo porque se quedó en la oficina revisando un documento cuya fecha límite era al día siguiente. En su memoir, ella reflexiona sobre su decisión de no asistir al velorio, por quedarse revisando algo que ni siquiera recuerda qué era, ni por qué era tan importante terminarlo.
Varias veces, como cliente, he estado en una situación en la que necesitamos un análisis sobre un tema, que parece urgente (aunque en realidad, muy pocas cosas lo son) y necesito una respuesta rápida de mis abogados externos. Esto me lleva a pedir apoyo “ASAP” porque “se necesitaba para ayer”. La gran mayoría de las veces, me responden dentro de las siguientes 24 horas. Desgraciadamente, así podemos resumir un gran porcentaje de las interacciones entre in-house y abogado externo. Sin embargo, casi nunca nos ponemos a pensar, como clientes, en la persona detrás de esa respuesta inmediata. No pensamos en la persona que trabaja en esa firma, que probablemente ayer, cuando se necesitaba mi análisis urgente, tuvo que hacer sacrificios personales para poder sacar el trabajo a tiempo. Esa persona, que probablemente se ve en situaciones similares más veces de las que verdaderamente son necesarias (de nuevo, muy pocas cosas son verdaderamente urgentes e imprevisibles), constantemente tiene que sacrificar su vida personal para satisfacer una errónea expectativa de urgencia o la mala administración interna del cliente que se esperó hasta el día antes del término para mandar la información requerida. Si queremos que la vida de despacho deje de implicar tantos sacrificios para la vida personal, es necesario que sea un trabajo en el que uno pueda organizar su día y no tenga que apagar varios incendios a costa de compromisos o planes personales. Este cambio debe empezar por los abogados in-house. Al final del día, nosotros somos los que sabemos si algo urge y si urge, por qué urge. Como me dijo una vez un amigo in-house, “cuando el negocio me pide algo urgente, siempre hago tres preguntas (1) por qué es urgente, (2) qué pasa si no está listo a tiempo y (3) desde cuándo supieron que esto se necesitaba. Casi siempre, respondiendo estas preguntas nos damos cuenta que en realidad nadie necesita dejar de dormir para tenerlo listo”. Nosotros, como in-house también somos víctimas de este falso sentido de urgencia, sin embargo somos los únicos que podemos cuestionar, hacia dentro, esa fecha límite.
Como lo dijo Indra Nooyi, “las fechas límite son increíblemente importantes. Sin embargo, casi siempre son arbitrarias”. Esta no es una invitación para simplemente dejar de tener fechas límite, sino para tener fechas límite razonables y dejar, solamente para contadas ocasiones, las que son verdaderamente urgentes e imprevisibles.
2. El pago por hora. En la mayoría de las firmas de abogados, el cobro por los servicios prestados al cliente se calcula por hora de trabajo. Sin embargo, el cobrar por hora no necesariamente refleja la complejidad del servicio prestado, además de que genera un incentivo perverso a la ineficiencia. Pensemos en un memo que pide un cliente y el despacho cobra cinco mil dólares por ese memo, argumentando que les tomó veinte horas elaborarlo. Ahora pensemos que llega un segundo cliente que pide un memo similar, y al despacho le toma tres horas hacer las adecuaciones correspondientes para ese cliente. En ese caso, ¿el despacho debe cobrar tres horas? O más bien cobrar cinco mil dólares porque es lo que cuesta ese producto considerando el nivel de especialización y conocimiento que se requiere para elaborarlo. En mi opinión, ese memo debería costar cinco mil dólares, sin embargo, si el cobro es por hora, me parecería incorrecto que me cobraran veinte horas cuando le dedicaron tres.
Si además consideramos que el despacho se beneficia por más horas de trabajo, no hay ningún incentivo para que los abogados sean eficientes en la prestación del servicio. Esto, a su vez, genera una cultura en la que l@s asociad@s que más horas trabajan y facturan son más redituables para el despacho y los que son más eficientes, menos redituables.
Me queda clarísimo que los despachos llevan cobrando bajo este esquema muchísimos años y que lograr que la maquinaria de cobro cambie es una tarea monumental. Además, el cambiar a un esquema de cobro distinto al de “por hora” no es un ataque hacia el costo de los servicios, en mi opinión los servicios prestados valen eso por la estructura, conocimiento y especialización que tienen detrás, no por las “horas-hombre” dedicadas a la prestación del servicio. Porque además, no todas las horas-hombre son iguales.
Está en los clientes motivar este cambio y pensar en esquemas de pago creativos que sean lo suficientemente flexibles para reajustarse en caso de que el proyecto resulte ser más complejo de lo que se previó en un principio. Premiemos el trabajo eficiente y no el trabajo que tardó más. Porque así, probablemente empecemos a premiar también a todas esas personas que llegan al máximo de eficiencia, con tal de terminar más temprano, especialmente las que necesitan llegar a casa para pasar tiempo de calidad con sus seres queridos.
Angélica Huacuja es Directora Jurídica en Uber, y está a cargo de todos los temas laborales en América Latina. Angélica es egresada de la Facultad de Derecho de la UNAM y de la Escuela de Derecho de Harvard.
*Este artículo es publicado bajo la responsabilidad exclusiva de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.