“Atreverse es perder pie momentáneamente. No atreverse es perderse a uno mismo.” Soren Kierkegaard
Un tema que antes preferíamos no traer a la mesa por el qué dirán ahora lo encuentro en conversaciones con todo tipo de mujeres y desde todos los ámbitos de nuestras vidas. Me ha pasado frecuentemente que cuando platico con una amiga y le digo “tengo el síndrome del impostor”, la respuesta del otro lado es “¡Yo también!”, o “¡Se de lo que me hablas!”.
Hace un par de días leía un libro en el cual la autora exponía que este fenómeno psicológico le afecta de una manera más contundente a las mujeres, quienes seguimos sin creer en nosotras mismas. Me llamó la atención un ejemplo que venía en el libro y decía que en diciembre de 2018 se concluyó con una tesis en el ámbito medico cuyo objetivo era examinar la relación entre el género y la carrera académica de medicina, dado que la representación de las mujeres era escasa, a la pregunta ¿dudas de tus capacidades para hacer una carrera en un hospital universitario?, el 62.4% de las mujeres respondió que sí, frente al 17.7% de los hombres. Otro dato que llamó mi atención es que de acuerdo con el International Journal of Behavioral Science, más del 70 % de las personas en todo el mundo han experimentado el síndrome del impostor en algún momento de sus vidas.
Es evidente que el movimiento femenino ha avanzado, tan es así que estamos viviendo una era en la que el cargo político más importante de una nación puede ser lidereado por una mujer, cuando al menos en México hace apenas 71 años las mujeres no teníamos derecho a votar, pero aun con todo esto y con la lucha que ha sido imparable durante los últimos años, me atrevo a decir que a todas las mujeres al menos en algún momento de la vida en la privacidad de su nuestra mente ha aparecido una voz que dice “No soy lo suficientemente buena para estar aquí” “Todo lo que he conseguido es solo suerte, no habilidad” “Si fallo en algo, confirmará que no estoy a la altura” y como estas frases me pasan por la mente un sinfín de ejemplos, lo que me hace cuestionar y sentir una profunda curiosidad de analizar y entender cuáles son los factores que hacen que no podamos confiar en nosotras mismas y sobre todo que nos limite a sentirnos merecedoras del éxito que alcanzamos.
Desde mi perspectiva, los factores por los cuales el síndrome del impostor afecta de una forma mucho más contundente a las mujeres son los siguientes:
- Familia: La educación que recibimos de nuestra familia es sin duda el principal, hemos crecido en un entorno que infravaloraba sistemáticamente a la mujer y sus logros.
- Sociedad: Está de más decir que vivimos en un sistema patriarcal del cual nos ha tomado siglos salir y respecto del cual por más absurdo que parezca en estos tiempos, seguimos luchando por que la igualdad y equidad de género sea una realidad y no solo un tema del cual se hable en marzo de cada año. Aunado a lo anterior, vivir en una era donde las redes sociales promueven comparaciones constantes puede intensificar la sensación de no estar a la altura, ver los logros de los otros puede hacer que las personas sientan que sus propios éxitos son insignificantes.
- Roles de Genero: “lo que se espera de las mujeres”, para mí el resumen de lo que se espera de una mujer es “TODO”, que sea la mejor hija, madre, esposa, profesionista, amiga, etc., simplemente que te las arregles para ser siempre la mejor en todo, sin descuidar nada porque entonces los cuestionamientos empiezan.
Me gustaría abundar en el último punto y llevarlo a un enfoque profesional, mi intención no es generalizar, sin embargo, lo que me ha tocado ver a lo largo de mi vida profesional es que el resto más grande al que nos enfrentamos las mujeres profesionistas es a hacer evidente que logramos tener un equilibrio entre la vida personal y que la misma no entorpece o afecta nuestra vida profesional, lo que me parece más sorprendente es darme cuenta como hemos entrado a esa dinámica aceptando que tenemos y debemos cumplir como sea y al precio que sea con “TODO”.
La necesidad de sentirnos “reconocidas” por lo bien que hacemos las cosas es algo en lo que me detengo para reflexionar, ya que me parece que muchas veces estamos buscando afuera la validación que solo nosotras podemos darnos, ¡Ojo! No me mal entiendan, pero ¿qué pasaría si le diéramos nosotras mismas el reconocimiento a lo que hacemos?, la respuesta que llega a mi mente es que romperíamos con estas expectativas que constantemente nos llevan a cuestionar si somos suficientes o capaces e incluso si merecemos lo que con trabajo y esfuerzo hemos obtenido.
Superar el síndrome de la impostora es un viaje profundo y personal, pero al final, nos lleva a una mayor autocomprensión y confianza en nosotras mismas. El goal de cualquier mujer debería ser mirarse al espejo y ver a alguien que no solo ha logrado grandes cosas, sino que también ha aprendido a aceptarse y valorarse por lo que realmente es y que reconoce que sus logros son el reflejo de su esfuerzo y habilidades.
Nadiezhda Vázquez Careaga es Asociada Senior del área corporativa M&A de SMPS Legal, quien cuenta con 10 años de experiencia en asesorar a diversos clientes, tanto locales como extranjeros, en fusiones y adquisiciones, proyectos inmobiliarios y financiamientos.
*Este artículo es publicado bajo la responsabilidad exclusiva de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.