Mucho hemos escuchado sobre la violencia que vivimos las mujeres en México y en el mundo y también sabemos que existen diferentes espacios, tanto públicos como privados, en los que aún se perpetúan los malos tratos y la discriminación de género.
En cuanto al espacio público, la prevención de la violencia contra las mujeres depende, en gran medida, de los programas que pueda emprender el Gobierno para tal fin. Esto significa que se requiere de presupuesto para poder implementar las políticas públicas[1] encargadas de garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
Un presupuesto bien definido y adecuadamente ejercido es indispensable para realizar acciones efectivas tales como cursos y capacitaciones a los funcionarios públicos para sensibilizarlos en los temas de género; capacitación a los ministerios públicos para que den un trato digno, apegado a derecho y que no re-victimicen a las mujeres; y la creación de espacios de atención sicológica y contenciosa en casos de violencia intrafamiliar y de pareja[2].
De acuerdo con lo establecido en la Ley General De Acceso De Las Mujeres A Una Vida Libre De Violencia, son las autoridades de gobierno las que tienen la función de prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, principios que en este caso requieren de convertirse en acciones precisas. Esto también significa que es necesario que, desde la estructura de gobierno, se promueva la transversalización de la perspectiva de género, que es la posibilidad de valorar la planificación de cualquier acción de gobierno y asegurarse que incluya el bienestar y el desarrollo integral de todas las mujeres y todos los hombres de México.
De esta forma, instituciones sólidas, con presupuestos adecuados y profesionales capacitados y comprometidos con el tema, generarán un efecto dominó con el que, las acciones que quedan en manos de la ciudadanía o de las organizaciones de la sociedad civil, serán favorecidas y será la sociedad misma la que se beneficie de la coadyuvancia con gobierno. Así, la sociedad se verá beneficiada al promover un cambio cultural que promueva la inclusión y la igualdad de derechos para las mujeres.
En cuanto al espacio privado, es necesario mencionar que, de acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), de 2017 a 2020 los feminicidios en el país incrementaron de 7 al día a 10.5. Y, aunque el feminicidio representa el caso extremo de la violencia contra las mujeres, existen otros tipos de violencia aun presentes en nuestra sociedad, como lo es la violencia cultural, la cual se manifiesta al hacer uso de todos los aspectos de la cultura para legitimar y mantener la violencia contra las mujeres a través, por ejemplo: del lenguaje, de las burlas, de las formas de expresión; de los actos de acoso, de hostigamiento, de mal trato, etc.
Un ejemplo de ello (y aquí le podrían preguntar a casi cualquier mujer que tengan cerca de ustedes por un ejemplo preciso)[3] es el acoso callejero, son los tocamientos en el transporte público, son los comentarios machistas de compañeros de trabajo; de jefes o de parejas sentimentales. Muchísimas de las frases que podemos escuchar o decir en un día común, que menosprecian a las mujeres y que impactan en nuestro imaginario colectivo, en nuestra percepción y en nuestra forma de actuar con los demás.
En el espacio privado, cuando corremos con suerte, lo que protege a las mujeres es la educación, son los códigos de ética de las empresas, es la transversalidad de género en los programas educativos, son los buenos hábitos; hasta el sentido común muchas veces ayuda a protegerlas; y sólo respondiendo a mi pregunta inicial, no me refiero en absoluto a que necesitemos de una protección en detrimento de nuestras capacidades personales, si no a una protección y respeto de nuestros derechos y nuestra libertad.
Entonces, podemos darnos cuenta de que el espacio público repercute en el privado, que la política pública promueve y canaliza la conducta general social y las condiciones para generar una protección estructural de las mujeres. Ya que en el ámbito público aún es necesario trabajar en la empatía, la educación, la comprensión y la asignación de presupuestos para hacer más fácil la labor de la sociedad en general para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Y, en el espacio privado, es necesario detener la violencia cultural y con ella los malos tratos y los insultos que facilitan, se lleve a cabo la manifestación más extrema de violencia contra las mujeres: el feminicidio (quienes han matado a una mujer por ser mujer antes la insultaron y consideraron que eso es normal).
Hoy en México, nos encontramos en un momento donde las instituciones de gobierno y las estructuras en general requieren redoblar y continuar con el esfuerzo de la protección a las mujeres. Además, es cuando más debemos apostar a las acciones micro sociales de tolerancia y empatía, para erradicar la discriminación y la violencia. Una buena idea de esto es mejorar cada uno de nosotros en lo que nos sea posible, hacer un esfuerzo consiente para dejar de ser indiferentes cuando presenciamos injusticia en contra de las mujeres y en contra de cualquier ser humano. En este caso, muy diferente a la pandemia del COVID-19, quizá el contagio de las buenas acciones e intenciones nos proteja.
[1] Acciones basadas en diagnósticos y de interés general para la atención de problemas públicos en búsqueda de soluciones que llevan a cabo los gobiernos.
[2] La información indica que 43.9% de las mujeres que tienen o tuvieron al menos una relación de pareja –ya sea de cohabitación por medio del matrimonio o la unión de hecho, o bien alguna relación de pareja noviazgo sin vivir juntos- ha enfrentado agresiones del esposo o pareja actual o la última a lo largo de su relación. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2019/Violencia2019_Nal.pdf
[3] 66 de cada 100 mujeres de 15 años o más han experimentado al menos un acto de violencia de acuerdo con los resultados de la ENDIREH https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2019/Violencia2019_Nal.pdf

Pola Salmún Smeke
- Licenciada en Historia del Arte y en Derecho, y Maestra en Sociología.
- Creó la asociación civil Mujeres con Alas e implementó el proyecto de readaptación a través del arte en el Centro de Reinserción de Tepepan.
- Es Directora de Relaciones Institucionales y Gobierno del Museo Memoria y Tolerancia. Anteriormente, Directora General de Asuntos Internacionales de la Policía Federal así como Coordinadora de Proyectos del Ministerio de Defensa de Israel en México.