En el dinámico mundo del derecho, el trabajo en equipo y la comunicación efectiva son elementos básicos para el éxito. Sin embargo, a menudo se pasa por alto su importancia, lo que puede conducir a brechas significativas en la eficiencia y la cohesión organizacional.
La complejidad en los asuntos legales demanda la colaboración de diversas especialidades, permitiendo que cada abogado aporte su experiencia en áreas específicas del Derecho (v. gr. corporativo, fiscal, laboral, comercio exterior, entre otras), lo que propicia un enfoque multidisciplinario que facilita el análisis exhaustivo de cada caso y la generación de soluciones creativas, sólidas e innovadoras. La experiencia colaborativa produce resultados integrales que por separado son más complejos de alcanzar.
Lamentablemente, en ocasiones se observa una falta de cohesión entre abogados, con rivalidades marcadas y divisiones entre departamentos. Esta situación no solo genera una atmósfera de desconfianza y tensiones innecesarias, sino que también obstaculiza nuestra capacidad para brindar un servicio legal sobresaliente y aprovechar al máximo el talento de todos los miembros de la organización.
Para superar estos desafíos, es indispensable la implementación de iniciativas que fomenten la integración y el trabajo en equipo en todos los niveles de la organización, mejorando así la gestión del tiempo y los recursos.
Esto podría incluir programas de desarrollo de soft skills, sesiones de trabajo en equipo, eventos de integración y actividades de formación conjunta entre los diversos equipos y departamentos. Además, es importante identificar las fortalezas individuales y distribuir equitativamente las responsabilidades para evitar el agotamiento y vencer vulnerabilidades, maximizando así la eficiencia y la calidad del trabajo.
El trabajo conjunto se fomenta creando un entorno de aprendizaje y crecimiento, donde cada miembro comparte su conocimiento y experiencia. Este enfoque no solo facilita el desarrollo profesional, sino que también enriquece el desarrollo personal de cada integrante, creando condiciones óptimas para el éxito colectivo.
Por lo cual, además de fomentar dinámicas efectivas de trabajo en equipo, es crucial abordar la comunicación, misma que, en beneficio de todos, debe ser clara, asertiva y coherente, en dónde la transmisión de información sea uniforme, consistente y transparente en todos los niveles de la organización y entre los miembros de un mismo equipo. Esto implica compartir antecedentes, elementos e información necesarios para comprender las situaciones que se presentan, lo que, en conjunto, mejora la toma de decisiones y las acciones a seguir.
Lo anterior beneficia a las organizaciones al establecer expectativas claras y objetivos realistas, incrementando la eficiencia y eficacia a través de una mejor coordinación y minimizando los malentendidos. Una comunicación clara permite que los involucrados comprendan mejor sus roles, reduciendo errores y optimizando el flujo de trabajo. Además, un ambiente laboral positivo, fomentado por la comunicación efectiva, promueve el intercambio de ideas, eleva la moral y el compromiso de los empleados. Esto no solo fortalece la cohesión del equipo, sino que también impulsa la innovación y facilita la adaptación al cambio, contribuyendo al éxito general de la organización.
Contar con un espacio para comunicarse de forma abierta y segura, permite abordar las debilidades en conjunto y establecer metas compartidas forjando la capacidad del grupo para adaptarse, reconocer las fortalezas individuales y enriquece al equipo con una diversidad de enfoques para prosperar.
Como bien señaló Arnold Schwarzenegger, “es un mito que las personas se hacen a sí mismas”. En realidad, somos seres sociales que vivimos y nos desenvolvemos en comunidad. La falta de habilidades para comunicarnos y trabajar en equipo limita nuestra capacidad para generar un impacto y lograr resultados significativos, tanto a nivel personal como organizacional, ya que el trabajo colaborativo y la comunicación efectiva son fundamentales para el éxito en cualquier entorno profesional, incluido un despacho.
Acerca de las autoras:
Ana Olivares Cervantes es abogada asociada de Sanchez-Devanny Eseverri S.C., con más de ocho años de experiencia, especializada en cumplimiento normativo e investigaciones, enfocada en prevenir y combatir el soborno y la corrupción en sectores como energía, retail, tecnología, salud, automotriz y alimentos. Posee una Maestría en Derecho de la Universidad de Nueva York. Ana diseña e implementa programas de cumplimiento, realiza investigaciones internas, auditorías e imparte capacitaciones en Anticorrupción y Prevención de Lavado de Dinero, adaptadas a las necesidades específicas de empresas en México, aprovechando su experiencia para lograr resultados efectivos. La dedicación de Ana para promover estándares de cumplimiento en diversas industrias refleja su compromiso con prácticas empresariales éticas y excelencia regulatoria.
Alejandro Garcia Escárzaga es abogado asociado de Sanchez-Devanny Eseverri S.C., se graduó de la Licenciatura en Derecho en la Universidad La Salle en 2020 y posteriormente obtuvo el grado de especialidad y maestría en Derecho de Empresa en la misma institución. Especializado en Derecho Corporativo, Transaccional y gobierno corporativo, Alejandro asesora a empresas multinacionales en grandes transacciones de M&A, complejos contratos y temas de gobierno corporativo. Además, es miembro activo del Comité de Diversidad e Inclusión de la firma y participa regularmente en asuntos Pro-Bono.
*Este artículo es publicado bajo la responsabilidad exclusiva de sus autoras y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.