
En todos los años que duró la carrera no recuerdo una sola clase en la que nos enseñaran cómo ser funcional en el trabajo y mantenerse cuerda al mismo tiempo; nos hacían repetir hasta el cansancio la definición de “obligación” hasta memorizarla, pero nunca nos enseñaron la definición de empatía por ejemplo y cómo practicarla.
Empiezas a trabajar y te das cuenta que ni la Constitución tiene las respuestas a tus consultas personales: ¿estoy haciendo bien las cosas? ¿voy a poder hacer esto?¿qué tal que digo una tontería?. Entonces vas a la deriva aprendiendo y formándote con las ideas normalizadas por los demás sin poderte cuestionar siquiera si es lo que te funciona a ti.
En éstos años tratando de lidiar con la vida, me he encontrado a personas que me han ayudado (incluso sin saberlo) con actitudes, palabras y consejos que he convertido en guías de supervivencia, y me han sido de mucha ayuda especialmente en los momentos en que más abrumada me he sentido. Las comparto con ésta comunidad con la intención y esperanza de que a alguien más le sirva en el camino a encontrar un poquito de paz mental en esos momentos en que nos cuestionamos todo.
- No hay un solo camino al éxito
Desde que tengo memoria siempre supe que sólo había una manera de hacer bien las cosas para tener éxito laboral: estudiar, sacar buenas calificaciones, portarse bien, graduarse, y tener un buen trabajo. Todo lo que estuviera fuera de ese camino era alejarse del éxito.
Conforme conocía las ideas de colegas y compañeros, me dí cuenta que la mayoría compartimos la fórmula, e identificamos figuras similares como casos de éxito y referencia. Lo que la sociedad define como una persona exitosa a veces parece estar peleado con nuestra personalidad y habilidades, y eso genera demasiada presión y ansiedad… especialmente cuando no encajas en ese cuadro a la perfección.
Hay muchas maneras de hacer las cosas bien, todos tenemos diferentes cualidades y el que esas no sean similares a las de las personas exitosas que tienes como referencia no te hace un fracaso. Hay que aceptar con amor esas diferencias que tenemos y sacar el mayor provecho de ellas. He aprendido (y sigo en proceso) a identificar mis fortalezas y sacar provecho de ellas, entendiendo que tal cual y como hago las cosas también se pueden tener grandes resultados que son valiosos para mi y para mi trabajo.
- Get Smarter
Si bien todos tenemos diferentes cualidades, siempre hay proyectos que implican un mayor reto intelectual.
En una ocasión estuve involucrada en uno de esos proyectos que bien podría haber sido de física cuántica y no hubiera notado la diferencia, y buscando condescendencia me acerqué a una persona para contarle (y quejarme un poquito), sin embargo la respuesta que recibí fue “get smarter”. Parece evidente pero no siempre lo es.
Cuando sientas que algún proyecto, consulta o tarea es muy difícil, probablemente lo sea y no tiene nada que ver con el síndrome del impostor o con tu capacidad para hacerlo. Seguramente es algo que te requiere un par de niveles más de exigencia de los que estás acostumbrado, y está bien, pero entonces “get smarter”, así de simple.
Hay temas que siempre implicarán salir de la zona de confort de conocimientos, lo importante es reconocerlo, pedir ayuda, estudiarlo y acercarse a personas que tengan más experiencia en el tema.
- Siempre sé amable
Pedir ayuda nunca es fácil, especialmente cuando estás acostumbrado a que se te juzgue por preguntar algo que “deberías saber”.
Hay maneras nobles de aprender y de enseñar. Muchos de nosotros hemos aprendido de maneras duras, e incluso en muchos lugares de trabajo es lo normal, pero podemos mejorar esa práctica. La efectividad y profesionalismo no están peleadas con la amabilidad.
Hace un par de años acompañé a un socio de un despacho donde trabajé a una junta complicada con un cliente, la cual requería ser firmes y tomar decisiones difíciles, por lo que era fácil caer en la rudeza. Al terminar la reunión, el socio me preguntó: “¿fuimos amables? ¿fuimos groseros con alguien?” siempre hacía un check para confirmar que habíamos hecho las cosas bien como personas y no solamente como abogados.
Como abogados y personas en general, nos enfrentamos constantemente a situaciones en que debemos defender firmemente una posición, pero cuidemos las maneras en que lo abordamos, hagamos un chequeo para revisar si estamos cayendo en rudeza innecesaria. La amabilidad y empatía pueden hacer toda la diferencia en el resultado e incluso ser un aliado para lo que intentamos conseguir.
- Regularmente haz un check in interno
Es tan fácil perderse en la rutina y carga de la presión de tener que hacer siempre todo bien que terminas dándote cuenta que tienes burnout cuando de repente un día no te puedes levantar de la cama. Constantemente haz una pausa, tómate un vinito y escanea tus emociones, a veces te das cuenta que no estás bien hasta que tu cuerpo lo externaliza de alguna manera. Y no, no es normal vivir con colitis y gastritis.
Cuida de ti porque nadie más lo hará, no hay éxito sin descansos. Haz tus citas para tus chequeos periódicos con el doctor, hazte un espacio para ver a tu familia y amigos, son abracitos al corazón que dan un boost de energía, es igual de importante y vital que el café pero sin el down que provoca después.
También toma tu tiempo para hacer recurrentemente este ejercicio con las personas que trabajas, es importante para el bienestar del equipo que todos estén bien, y sobre todo saber que pueden contar entre ustedes como soporte. Al final ese soporte se refleja en la eficiencia y éxito del equipo.

Sobre la autora:
María Fernanda se especializa en derecho laboral y ha dedicado su práctica a asesorar al sector empresarial en esta materia; actualmente ocupa el puesto de Employment Counsel para Latinoamérica en Uber.