
Si bien nos falta camino por recorrer, considero que nuestra voz es cada vez más fuerte y sostenida. Buscamos (hablo en general porque considero que somos la mayoría) un cambio para que la integración a los espacios y grupos de poder sea cada vez más, que se nos reconozcan no solo los derechos mínimos e indispensables en todos los ámbitos y espacios públicos y privados, pero que también logremos integrar a todos los participantes de la sociedad. Por lo anterior, en este camino de la igualdad e integración cuándo hablamos de “todas”… ¿a qué “todas” nos referimos?
En solo unos meses tuve dos ejemplos muy puntuales. El primero, fue gracias a Taide Buenfil Garza, una arquitecta, mujer inteligente, con una visión de vida diferente, quien me hizo flexionar sobre las limitantes que las mujeres (en general de todas las personas) con discapacidad encontraban en el día a día. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, del total de población en el país (en ese momento de 126 014 024), el 5.7% (es decir, 7 168 178) tiene discapacidad (ya sea sensorial, de comunicación o motriz) y/o algún problema o condición mental. Lo que mencionaba Taide, incluso en su TEDTalk, es que el Banco Mundial reconoce que el 15% de la población mundial tiene alguna discapacidad.
Existe desigualdad tanto en materias como salud, educación y laboral para las personas con discapacidad. Es un hecho que en México no todos los colegios u oficinas tienen condiciones para personas con alguna discapacidad motriz, menos aún con otro tipo de discapacidad. ¿Qué estamos haciendo para integrar a esas personas a las conversaciones? ¿Qué políticas dentro de nuestras empresas o despachos existen para reclutar a las personas con discapacidad?
En otra ocasión, y gracias a Abogadas Mx que abrió el espacio, asistí a la conferencia de la doctora Siobhan Guerrero Mc Manus en donde me hizo ver y reconocer, que las mujeres Trans en México, aún siguen sin ser vistas de verdad. Hacía hincapié que las cifras que se manejan en México respecto a cuantas son y ciertos aspectos, como mortandad, no son censos oficiales y por lo tanto no se pueden realmente tomar como base para la creación de políticas sociales. Al igual que en el ejemplo de anterior, ¿qué hacemos en nuestro día a día para incluirlos, para hacer una diferencia?
Lo anterior son solo dos ejemplos de los muchos que existen que también debemos de voltear a ver, ya sea que tengamos a algún conocido o no, que lo vivamos cercano o no. Estas conversaciones han sido muy gratificantes porque, si bien no pretendían darme una catedra, lo que sí hicieron es hacerse presente. Creo firmemente que entre más diverso sea un grupo, ya sea en el núcleo familiar, social o profesional, más enriquecedor es la experiencia. Definitivamente podemos no estar de acuerdo en todo o no tengamos las mismas ideas, pero lo que sí me dejo claro es la relevancia de no olvidarlas. Ya que estamos unidos (mujeres y hombres porque cada vez más se reconoce la importancia y el efecto positivo en esta equidad) es que debemos de unirnos a esas conversaciones, de escuchar, de pasar el megáfono. No solo por respeto y reconocimiento de sus derechos sino también de la de nosotros.
Así que, en este tren de ideas y del despertar de esa inquietud, es que quiero compartir con ustedes, y preguntar: entonces… ¿Cuándo hablamos de “todas”… a qué “todas” nos referimos? ¿Y qué haremos a partir de nuestro lugar y posibilidades para que esas “todas” sea un grupo más grande?

Sobre la autora:
Elizabeth Tovar es Asociada Senior en Kuri Breña, Sánchez Ugarte y Aznar, S.C. cuenta con más de 10 años de experiencia en derecho inmobiliario y transaccional. Egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México y tiene una maestría en Queen Mary University of London.