Históricamente, el poder siempre ha sido relacionado con figuras masculinas y, por el contrario, las mujeres siempre han sido relacionadas con labores domésticas y han tenido que luchar, primero por su derecho al voto, y después por las cuotas de género y la paridad en los espacios de toma de decisiones. Ahora, en el umbral de una posible presidencia femenina, el camino hacia la igualdad de género en la política mexicana está alcanzando un punto crítico.
Las próximas elecciones presidenciales en México sin lugar a duda sentarán precedente en nuestro país: por primera vez, todo indica que el Ejecutivo Federal estará a cargo de una mujer por los próximos 6 años. Lo anterior, representa un hito histórico en la historia de México con implicaciones profundas para la igualdad de género y la representación política, desde Rosario Ibarra de Piedra, en 1982, y considerando estas elecciones presidenciales, en la historia de nuestro país únicamente ocho mujeres han aspirado y logrado ser candidatas presidenciales.
Independientemente de la ideología política que tenga cada uno de los votantes, la probabilidad de que México sea gobernado por una mujer es uno hecho prácticamente inevitable, que envía un mensaje poderoso sobre la capacidad y el liderazgo de las mujeres en la esfera pública.
En nuestra opinión, por un lado, nos llena de orgullo saber que México ha dado pasos agigantados en relación con el papel de la mujer en la política. Lo anterior, comparado no solo a nivel nacional, sino internacional, ya que de conformidad con la Organización de las Naciones Unidas (“ONU”) Mujeres, al 10 de enero de 2024, las mujeres se desempeñan como jefas de Estado y/o de Gobierno, únicamente en 26 países.
Este año, demuestra que las mujeres tenemos las mismas capacidades y competencias que los hombres para ocupar los más altos cargos políticos. Hoy, 2 de 3 candidatos a la presidencia de México son mujeres, lo cual nos posiciona como uno de los países con más avances en el tema, desafiando los estereotipos de género arraigados y promoviendo una cultura de equidad y diversidad en el ámbito político-electoral.
De ese modo, el tener una presidenta por primera vez, definitivamente será un parteaguas para las mujeres mexicanas, en específico para las niñas y adolescentes, pues a diferencia de las mujeres mexicanas de edad avanzada, que, por las condiciones sociológicas en las que crecieron creían prácticamente imposible pensar que una mujer pudiera ser presidenta, hoy las niñas y mujeres jóvenes crecerán con la imagen de una mujer a cargo de su país, lo cual definitivamente forjará en ellas la idea de una perspectiva equitativa en los puestos de liderazgo, inspirándolas a perseguir sus ambiciones y aspiraciones, sin importar su género.
Uno de los principales desafíos para el ganador de esta contienda electoral, será la consolidación de políticas que promuevan la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad mexicana, para lo cual deberán trabajar en la implementación de programas y medidas que garanticen igualdad de oportunidades y abordar la violencia de género y sanción en todas las formas de discriminación y violencia contra las mujeres. De cualquier forma, será interesante ver el desempeño de las mujeres en la contienda durante los próximos meses.
Esperamos que la primera presidenta de México tenga una agenda feminista, que priorice la atención a la salud, la educación y el empleo, promoviendo políticas inclusivas que aborden brechas estructurales y brinden oportunidades de desarrollo para todos los mexicanos, sin importar su origen étnico, género o situación socioeconómica. Deseamos que sea una líder visionaria, comprometida con la justicia social y la igualdad de género, capaz de impulsar cambios significativos que transformen la realidad de millones de mexicanos. Su éxito no solo será medido por su capacidad para gobernar, sino por su capacidad para inspirar y generar un cambio positivo en la sociedad mexicana.
Por lo pronto, no perdamos de vista que es un gran logro y motivo de celebración que las mujeres estemos jugando un papel importante en este periodo electoral, lo cual refuerza el trabajo que se ha realizado para que las mujeres en México sigamos ocupando puestos de liderazgo y de tomas de decisiones importantes en nuestro país. Es necesario que, al llegar a esos puestos, las mujeres nos enfoquemos en tomar las medidas necesarias para que sea el inicio de una nueva era en la historia de nuestro país, donde las mujeres, independientemente de la ideología política que tengamos, luchemos y demostremos que, como dijo Ruth Bader Ginsburg, “las mujeres pertenecen a todos los lugares en donde se toman decisiones”.
Sobre las autoras:
María Chávez es asociada del área de transaccional en Chevez Ruiz Zamarripa, enfoca su práctica en asesorar a
clientes nacionales e internacionales en las áreas de fusiones y adquisiciones, contratos civiles y mercantiles,
operaciones corporativas, gobierno corporativo y secretaría, operaciones transfronterizas, reestructuraciones
corporativas, alianzas estratégicas y joint ventures.
Ana L. Hernández es abogada en Chevez Ruiz Zamarripa, cuenta con experiencia en litigio fiscal y administrativo y
ha enfocado su práctica profesional en el área de corporativo-transaccional.
Ana ha asesorado a diversos clientes nacionales e internacionales en las áreas de fusiones y adquisiciones, contratos
civiles y mercantiles, gobierno corporativo, operaciones transfronterizas, reestructuraciones corporativas, joint
ventures, asuntos en el área patrimonial y diversos asuntos pro bono.
*Este artículo es publicado bajo la responsabilidad exclusiva de sus autoras y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.