
En las escalinatas del monumento a Lincoln en Washington, D.C., EUA, no cabía un alma. Cientos de miles de personas, civiles, se arremolinaban para escuchar al Dr. King. Transcurría el mes de agosto de 1963 y, luego de la marcha en la ciudad por el trabajo y la libertad, por los derechos civiles, innumerables rostros dirigían la mirada fija a una sola persona… al líder de uno de los movimientos más importantes en la historia de dicho país, que hace más de 50 años cambió el rumbo político, social y cultural de toda una generación en sintonía con estas simples y poderosas palabras: “I have a dream…”
Su liderazgo se centró en perseguir un objetivo claro, la igualdad de derechos para todos los ciudadanos sin importar su raza. A través de su habilidad para comunicarse de manera persuasiva y movilizar a las masas, King logró catalizar cambios legislativos significativos en torno a los derechos humanos, incluyendo la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derecho al Voto de 1965, a través de las cuales logró unificar a un país polarizado y, a través del voto, prohibir la segregación racial que tanto tiempo excluyó a miles de personas.
Así, el liderazgo de King es un ejemplo inspirador de cómo un líder visionario puede movilizar y transformar a las personas, desafiar las normas establecidas y lograr cambios significativos en la sociedad desde su propia voz; de modo que su legado perdure hasta el día de hoy como símbolo de la lucha por la igualdad y la justicia.
Las palabras, como las expresadas por el Dr. King, pueden convencer, unir naciones, derrocarlas, transmitir, hacerse canciones, transformarse en libros, volverse poesía, viajar. Las palabras curan, pero también lastiman, se mueven y tienen vida propia, terminan relaciones, reparan corazones, sirven para reflexionar, construyen imperios, ganan partidas, te hacen soñar y quitan el sueño. En fin, las palabras crecen, crean, impactan y forman.
Los mejores recuerdos, las más grandes historias, la justicia, la libertad, el fracaso, el amor, la fe, los sueños, la verdad, los retos, la vida misma está en las palabras. Por eso es que hay que llenarlas de uno mismo, de los demás, de nuestra propia integridad.
Las palabras tienen un poder singular en el liderazgo, pues las personas, especialmente los líderes, son responsables de comunicar visiones, inspirar a sus equipos y motivar a quienes lo rodean a alcanzar metas más altas. El uso asertivo de las palabras puede marcar la total diferencia para crear un liderazgo exitoso y un cambio en nuestro entorno.
De acuerdo con Garay (2010), para ejercer un liderazgo positivo, es indispensable comprender que el uso de la palabra se trata de un proceso que envuelve una interacción social entre varias personas, y un medio bilateral de comunicación. A través de esta red, los líderes tienen como propósito actuar, influir y transformar el mundo interno de los demás, es decir, sus pensamientos, emociones y acciones, mediante la argumentación. Por ello, es fundamental en el liderazgo reconocer la importancia de la comunicación.
En la comunicación, sin duda, entran en juego factores muy relevantes como los componentes psicológicos, emocionales y afectivos de los individuos. Por ende, la escucha activa, la validación, la asertividad, la empatía y las habilidades sociales, se deben fortalecer para gestionar mejores canales y mensajes lingüísticos.
Según Elizondo (2000), tenemos la capacidad de expresarnos y manifestar nuestras ideas a través de la palabra, desde lo que pensamos, sentimos e interpretamos, y ello es necesario realizarlo de la manera más asertiva posible, buscando espacios y modos apropiados para construir un mejor liderazgo (Reyes, 2021).
Ahora bien, las palabras tienen un impacto profundo en las personas, pues pueden motivar y empoderar, o pueden marcar para siempre el rumbo de alguien. Cuando un líder utiliza palabras correctas, sabias y alentadoras, puede inspirar a su equipo a alcanzar grandes logros. Por otro lado, si utiliza palabras excesivamente críticas, negativas, irrespetuosas y encaminadas al desaliento, puede minar la confianza y la moral de un equipo, lo que puede llevar a un bajo desempeño y falta de compromiso.
Otro claro ejemplo del poder de las palabras en el liderazgo es Malala Yousafzai, quien, durante un discurso que realizó en octubre de 2013 en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, alzó la voz por el derecho a la educación, igualdad y justicia de todas las niñas y niños que son víctimas de violencia y explotación laboral. A través de su lucha utilizó su voz y ejemplo para generar esperanza, implorar por un derecho básico como lo es la educación y, en propias palabras, “que nadie sea olvidado”.
En suma, el poder de las palabras en el liderazgo es innegable y es el principal recurso de transformación en cada uno y en los equipos. Como King, Malala y otros líderes notables, debemos reconocer la importancia de la comunicación y el ejemplo de liderazgo personal desde la integridad para con las personas que nos rodean, especialmente con quienes colaboramos y hacemos equipo.
Las palabras son uno de los recursos más sobresalientes del liderazgo, pues a través de ellas se refleja quiénes somos como personas y profesionistas. Así pues, los líderes efectivos saben cómo utilizar el lenguaje para inspirar, motivar y transmitir su visión.
Como profesionistas y, pensando en particular en el ámbito de la abogacía, entonces, tenemos la destacada misión de transmitir la verdad a través de nuestras palabras, reconociendo el poder que podemos llegar a tener si enfocamos nuestro liderazgo para crear conciencia y justicia en nuestra sociedad.
Referencias.
Elizondo, M. (2000). Asertividad y escucha activa en el ámbito académico. México, Editorial Trillas.
Garay, M. (2010). Comunicación y liderazgo: sin comunicación no hay líder. Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos, (33), 61-72.
Reyes, C. (2021). La importancia de la comunicación y liderazgo: herramientas para métodos efectivos de formación y organización educativa. Tecnohumanismo, 1(2), 124–144.

Sobre los autores:
Alina Hernández es Lic. en Derecho por la Universidad Anáhuac México, donde desarrolló su tesina titulada: “Prevención de Lavado de Dinero en México. Delitos, regulación, combate y gobierno corporativo 2012-2020”. Cuenta con diversos diplomados en temas como Liderazgo Empresarial, Derecho Digital y Derecho Tributario; y ha realizado diversos cursos y capacitaciones relacionadas con Legaltech y Transformación Digital. En el ámbito profesional ha formado parte de empresas y despachos enfocados en Derecho Civil y Mercantil, Derecho Corporativo, y Derecho Fiscal. Actualmente, colabora como abogada senior en Chevez Ruiz Zamarripa y Cia, S.C.

Alfonso García Campos es socio de Chevez Ruiz Zamarripa. Su práctica profesional se ha enfocado principalmente en el área de derecho administrativo, especialmente en materia fiscal. Sus principales áreas de especialización son litigio fiscal y administrativo, atención de actos de fiscalización de las autoridades y procedimientos ante la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente (PRODECON), representando los intereses de clientes nacionales y extranjeros.
Tiene 20 años de experiencia en litigios administrativos y fiscales, que le han permitido participar en controversias relevantes ante Juzgados de Distrito y Tribunales Federales, incluyendo la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).