
Sin duda alguna, en los últimos años se ha logrado un avance significativo en cuanto a igualdad de género se refiere. La lucha de las mujeres por lograr el reconocimiento real de nuestros derechos y nuestra participación en todos los ámbitos se ha vuelto cada vez más visible, alcanzándose logros muy importantes.
Ejemplos de ello han sido los recientes premios Nobel de Química, que en 2020 y 2022 fueron otorgados a tres mujeres, de ocho que desde 1901 han ganado en esta rama de la ciencia históricamente representada por hombres. En el mundo del fútbol –que sobra decir es un deporte cuya participación es principalmente de hombres–, en 2022 por primera vez dos mujeres, una de ellas mexicana, arbitraron un partido de Mundial. En México, en 2020 se aprobaron las reformas a Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y al Código Penal Federal, mejor conocidas como “Ley Olimpia”, lo que, desde luego, ha marcado un hito en la historia feminista mexicana.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer. La brecha salarial en nuestro país es una de las asignaturas pendientes que han afectado la posibilidad de alcanzar una verdadera igualdad de género. Asignatura que viene acompañada de la necesidad de aplicar políticas fiscales con enfoque de género que permitan lograr esa igualdad y es ahí donde la participación de las mujeres resulta crucial.
De acuerdo con la CEPAL, la política fiscal en su diseño e implementación puede contribuir a reducir o ampliar las desigualdades de género. Así, con motivo de la profundización de los nudos estructurales de desigualdad de género (como lo es la desigualdad económica) que se dio a raíz de la crisis del COVID-19, se necesita de un nuevo pacto fiscal con igualdad de género que amplifique ingresos, iguale oportunidades y abra espacios de participación laboral formal para las mujeres.
Desde luego, esto solo será posible si precisamente las mujeres tenemos un mayor involucramiento en lo concerniente a los impuestos y las políticas para su implementación, que no resultan privativos para quienes nos dedicamos profesionalmente a ello y mucho menos para los hombres que ejercen la función pública, sino que impactan en la vida diaria de cualquier mujer.
Pensemos, por ejemplo, en el llamado Pink Tax, que representa un costo adicional en los productos relacionados con la higiene personal que cualquier mujer paga en comparación con los productos dirigidos a hombres, lo que también sucede con servicios como seguros de gastos médicos o de vida. O bien, el impacto negativo que tiene el impuesto sobre la renta que soportan las mujeres sobre los salarios dispares que les son pagados en general y, no obstante, esta situación (aunque en México aún son incipientes los estudios al respecto) pareciera que el cumplimiento de obligaciones tributarias es mayor por parte de las mujeres.
De este modo, impuestos e igualdad de género tienen que ver y mucho. La participación de todas nosotras resulta clave para cambiar esto que históricamente ha sido ignorado. Podemos hacer parte de la lucha por esa igualdad y hablar del impacto de lo fiscal en las mujeres, que aunque no es un tema fácil, definitivamente no nos es ajeno.
Todas podemos aportar desde nuestras respectivas trincheras. Si salimos a marchar a las calles, en nuestra pugna también incluyamos la implementación de medidas que mitiguen el impacto negativo de los impuestos sobre nosotras. Si tenemos el privilegio de pertenecer a círculos de mujeres que se dediquen a ello, podemos apoyarnos para promover nuestro crecimiento profesional, tomar espacios en los que seamos escuchadas o alentar a otras mujeres a que se interesen en la materia. Si ejercemos alguna función jurisdiccional, juzgar con perspectiva de género. Si somos funcionarias en la hacienda pública, promover la implementación de políticas con enfoque de género. En fin, cualquier acción a nuestro alcance suma.
Es posible cambiar la perspectiva de que los impuestos, al estar relacionados con políticas públicas o conceptos que a veces parecen imposibles de entender, solamente son de interés de unos cuantos. Los impuestos también son un problema de sesgo de género y eso nos concierne a todas.
Referencias:
3.https://www.gob.mx/profeco/es/articulos/la-ley-olimpia-y-el-combate-a-la-violencia-digital?idiom=es
4.Bidegain, Nicole, Política fiscal como instrumento para el logro de la igualdad de género y la garantía de los derechos de las mujeres visible en https://www.cepal.org/sites/default/files/news/files/210518_presentacion_nbp_dag-cepal_ndypf.pdf
5.Sour, Laura, Efecto del género en el cumplimiento del pago de impuestos, visible en https://estudiosdemograficosyurbanos.colmex.mx/index.php/edu/article/view/1488

Sobre la autora:
Sarahi es asociada de Santamarina + Steta. Cuenta con más de 12 años de experiencia profesional y se especializa en temas de consultoría y controversia fiscal. Su práctica se centra en asesorar respecto al tratamiento y consecuencias fiscales de diversas operaciones, tales como reestructuras corporativas, fusiones, adquisiciones, celebración de contratos, entre otras.