
Hace unos meses en este mismo foro se destacaba el papel central que juega la planeación financiera para alcanzar la igualdad y el empoderamiento de las mujeres, en particular para efectos de contar con un plan de retiro sustentable y suficiente. También se mencionaban a la educación financiera y el uso de plataformas tecnológicas, como factores adicionales que abonan a la desigualdad y agravan la vulnerabilidad a la que las mujeres nos exponemos.
No cabe duda que las mujeres no pueden ser pensadas como un grupo homogéneo, así tampoco la inclusión financiera es unidimensional, siendo una de sus aristas, la inclusión de mujeres-jóvenes. Por lo que, al abordar el tema de la inclusión financiera, este artículo se enfoca en un subgrupo de mujeres compuesto por jóvenes. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que son jóvenes, las personas en los grupos de edades entre 15 y 24 años, sin embargo, este rango de edad puede variar—de 15 a 29 años—en función del contexto, atendiendo principalmente a la transición orgánica de la escuela al trabajo. Los jóvenes se caracterizan por tener ingresos irregulares, que provienen de familia o trabajos temporales, además las mujeres jóvenes se enfrentan a riesgos como son la deserción escolar, ausencia de servicios de salud sexual y reproductiva, el empleo informal y la violencia familiar.
Como parte de las prioridades del Global Partnership for Financial Inclusion (por sus siglas en inglés GPFI), el Grupo de los 20 (G20) en 2020 anticipaba la necesidad de focalizar esfuerzos en la inclusión en segmentos que continúan enfrentando barreras para la inclusión: mujeres, jóvenes y pequeñas y medianas empresas. En un documento elaborado para el G20 GPFI bajo la presidencia de Arabia Saudita en 2020, se señalan (i) la persistente brecha de género en el acceso a servicios financieros en un 7%; y (ii) la exclusión de casi la mitad de la población joven de servicios financieros, resaltando además lo imprescindible que es proteger, informar y apoyar a ambos grupos, atendiendo sus particularidades.
Por otro lado, en el mismo documento, se reconoce a las plataformas como un medio ideal para lograr el empoderamiento de estos grupos. Por este motivo, se publicaron informes elaborados por organizaciones como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) donde se ha destacado la necesidad de comprender dentro de los esfuerzos por la inclusión financiera a los jóvenes. Recientemente, el reporte Advancing the Digital Financial Inclusion of Youth publicado por la OCDE en julio 2020, destaca que en el mundo la mitad de los jóvenes—personas de entre 15 y 24 años de edad—no tienen acceso a la banca.
Las barreras para la inclusión financiera, suponen que existen dos clases de exclusión: la voluntaria y la involuntaria. La voluntaria, en gran medida se asocia con creencias religiosas, normas sociales y la percepción de desconfianza. Por otro lado, la exclusión involuntaria afecta a los individuos que, por representar un riesgo, por no contar con los ingresos suficientes o incluso por no acceder a servicios digitales, son excluidos por el propio sistema.
En México se han identificado barreras de los dos tipos al hablar de inclusión financiera, en una sociedad cuya población se compone en gran medida por jóvenes de entre 15 y 24 años, subgrupo que se compone mayormente de mujeres, según la información proporcionada por el Censo de Población y Vivienda 2020. En particular en este segmento, convergen retos como lo son los niveles bajos educación media y superior por deserción escolar, además de los ya mencionados—embarazo y matrimonio a temprana edad, el trabajo no remunerado y la violencia doméstica, entre otros.
Además, en México se ha identificado que la apatía o falta de interés por los servicios financieros, al no percibirlos como necesarios o útiles, es un factor relevante que influye en la exclusión de los jóvenes conforme a la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF 2018). Cabe mencionar que, hasta ahora, la información recolectada por la ENIF, excluye a un sector importante de los jóvenes, ya que la población objetivo de ésta se compone por personas de entre 18 y 70 años de edad.
En el panorama actual, se ha demostrado la necesidad de acceder a servicios digitales y su incidencia en la brecha de género, probando que el acceso digital a servicios financieros es relevante para grupos de jóvenes mujeres, especialmente en países con rezago en términos de conectividad, como lo es México. Por lo que es importante reflexionar sobre la oportunidad que representa el empalme entre los servicios digitales y financieros, con la juventud, como mecanismo para integrar y empoderar a las mujeres en aras de la igualdad económica.
Es por estas razones que las políticas públicas existentes enfocadas a la inclusión financiera, tendrían que, además de repensar la recolección de datos para la evaluación de políticas públicas, retomar la educación financiera y el acceso a los servicios financieros (i) con perspectiva de género; (ii) sin indiferencia y prestando atención a los jóvenes y (iii) reconociendo el potencial que representan las plataformas digitales para expandir los servicios financieros.
La educación financiera es una herramienta que promueve el crecimiento económico, por. lo que la difusión de información, tanto financiera como del uso de plataformas digitales, son elementos claves para incluir a las jóvenes. Es el momento de integrar en las políticas públicas a los jóvenes, no con la rigidez de un rango de edad fijo, sino atender a etapas orgánicas de crecimiento y al contexto de las jóvenes en México y con perspectiva de género. Al respecto, es de reconocer que la banca privada ha dedicado recursos en iniciativas, herramientas y cursos gratuitos enfocados en los jóvenes.
Al final, las jóvenes de hoy son las mujeres del futuro. Estamos involucradas en la educación de hijas y alumnas, al frente de empresas y despachos, tomando decisiones que impactan las finanzas de pasantes y demás empleadas, al frente de instituciones financieras creando productos financieros socialmente responsables que, además de enfocarse en los jóvenes, vale la pena sean diseñados con perspectiva de género.
La apertura de una cuenta bancaria no solo tiene un resultado inmediato para consumir bienes o servicios—desde alimentos, pasando por gastos en entretenimiento, hasta el acceso a servicios de salud y vivienda. Es la posibilidad de acceder a créditos o a productos financieros para generar un patrimonio propio sobre el cual decidir. Es una puerta al emprendimiento, una alternativa de ahorro para alcanzar un retiro sustentable y suficiente. Es el inicio de la independencia económica.
Fuentes:
AFI, (2020) Integrating Youth Into A National Financial Inclusion Strategy https://www.afi-global.org/publications/integrating-youth-into-a-national-financial-inclusion-strategy/
Better Than Cash Alliance, Women’s World Banking, and the World Bank Group (2020), https://www.gpfi.org/publications/advancing-women-s-digital-financial-inclusion
CNBV, INEGI (2018), Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2018. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/414831/Cuadr_ptico_2018_verimpresa.pdf y https://www.inegi.org.mx/programas/enif/2018/
G20 GPFI (2020), G20 High-Level Policy Guidelines on Digital Financial Inclusion for Youth, Women, and SMEs document. https://www.gpfi.org/sites/gpfi/files/saudiG20_youth_women_SME.pdf
OECD (2017), Evidence-based Policy Making for Youth Well-being: A Toolkit, OECD Development, Policy Tools, OECD Publishing, Paris. http://dx.doi.org/10.1787/9789264283923-en
OECD (2020), Advancing the Digital Financial Inclusion of Youth, https://www.gpfi.org/sites/gpfi/files/saudiG20_digitalyouth.pdf
SEEP (2013), Understanding Youth and their Financial Needs Youth and Financial Services Working Group, Innovations in Youth Financial Services Practitioner Learning Program. https://seepnetwork.org/files/galleries/1058_Understanding_Youth_and_their_Financial_Needs_April_2013.pdf

Sobre la autora:
Valeria Ortega Berzunza
Asociada de la Práctica Fiscal en Creel García-Cuéllar Aiza y Enríquez y Research Intern del Instituto de Investigación de Políticas Públicas en University of Bath.