Hoy en día, al analizar y decidir sobre si aceptar o no una propuesta de trabajo, resulta casi tan importante como las prestaciones económicas, el encontrar un lugar cuya ética de trabajo, compromiso con la equidad de género y visión de diversidad e inclusión sean afines a nuestros valores. Esto, debido a que el esfuerzo del lugar donde elijamos desempeñarnos y llevar a cabo nuestro desarrollo personal es sólo un reflejo de la valía, interés y compromiso que le da dicho lugar a sus colaboradoras y la visión que tiene para las mismas dentro de sus planes de crecimiento, así como, de manera indirecta, la visión que tiene del lugar y roles que cumplimos las mujeres en la sociedad mexicana y la práctica jurídica.
Como abogadas, encontrar una firma que se encuentre comprometida con tener herramientas de: (i) mentoría; (ii) sponsorship; (iii) retención de talento; (iv) políticas de inclusión; y (v) flexibilidad de esquemas de trabajo, puede significar la diferencia entre desarrollar todo el potencial que podemos ofrecer y alcanzar el mayor éxito dentro de una organización o caer en la desmotivación y conformismo, pues al final, es difícil aspirar a aquello que no se ve y es aún más difícil convencerse de que no existe un techo de cristal en una organización que no trabaja activamente para garantizar condiciones justas para todos sus colaboradores o, en caso de que dichos techos efectivamente hayan existido, impulsarte a romperlos.
Y es que, el establecer políticas sólidas de diversidad e inclusión, así como parámetros objetivos para la promoción y retención del talento, es una inversión de los despachos y empresas, no sólo a nivel económico sino también moral. El garantizar y propiciar que todas las colaboradoras encuentren un lugar seguro, confiable y donde pueden sentirse cómodas de desarrollar e imprimir la totalidad de su potencial permite el tener crecimientos y promociones orgánicas, apoyando el talento “de casa” y eliminando las curvas de aprendizaje y los costos asociados a contratar, capacitar y reclutar nuevo talento, así como permite garantizar que las personas que se desempeñan en puestos decisivos y de liderazgo en la organización, se sientan representadas por la ética y los valores del lugar en el que trabajan.
De la misma manera, los mecanismos establecidos anteriormente, permiten robustecer la preparación, conciencia y soft skills de sus trabajadores, imprimiéndoles mayor inteligencia emocional, capacidad de liderazgo, autoconfianza, capacidades de comunicación, y habilidades de enseñanza, mismas que podrán ser transmitidas a aquellos puestos bajo su cargo y que, de tiempo en tiempo, se convertirán en un sello característico de la calidad humana de todos los colaboradores, generando un entorno de seguridad, confianza y libertad en la firma o empresa.
Y, analizándolo desde la perspectiva de las colaboradoras de las organizaciones, empresas y firmas, el sabernos piezas clave para el desarrollo y sentirnos lo suficientemente valiosas como para que las firmas y empresas inviertan en capacitación, coaching y mentoría para nosotras, nos permite sentirnos con la confianza y certeza de que estamos trabajando mano a mano con una organización comprometida con garantizar (o hacer la mayor cantidad de esfuerzos) para garantizar que existan las mismas oportunidades, condiciones y plan de carrera, sin importar el género de sus colaboradores. Lo mismo ocurre, con aquellos despachos y empresas que, a niveles decisivos, tales como la sociedad o puestos de dirección, integran de la misma manera tanto a hombres como mujeres, permitiendo tener figuras aspiracionales, role models y sobretodo, entendiendo que no existen limitantes ni sesgos inconscientes respecto de género al elegir a quien promover y a quienes otorgar mayores responsabilidades y exposure. En consecuencia, permitiendo, fomentando y alentando un ambiente diverso, y con pluralidad de opiniones, visiones y sobretodo, generando la confianza en aquellas colaboradoras más jóvenes de que están desarrollando su vida profesional en un lugar en donde el criterio para promover a sus empleados no toma en consideración estereotipos de género ni roles anticuados (mismos que al día de hoy, tristemente, continúan vigentes en nuestra profesión y sociedad), generando un ambiente de superación, sana competencia, equidad y autoconfianza.
Finalmente, el contar con estos esquemas permite generar una cultura organizacional, misma que no sólo es apreciada por los clientes, sino que permite generar confianza no solamente al interior de la firma o empresa, sino también hacia el exterior, al proyectar que se trata de un lugar con una ética de trabajo sólida, con valores, visiones y objetivos claros y sobretodo, con un compromiso con la sociedad, y con el conocimiento y certeza de que, como bien dice aquella frase (tal vez trillada y repetida), se debe ser el cambio que se quiere ver en el mundo.
Sobre la autora:
Fernanda es egresada de la Escuela Libre de Derecho, con experiencia en operaciones nacionales e internacionales en las áreas de M&A, Infraestructura, Deuda Pública, así como Corporate y Project Finance, y con 5 años de experiencia en despachos nacionales e internacionales. Actualmente es pasante en White & Case en el área de M&A.
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