
Seguramente cada una de nosotras se ha topado con este fenómeno en los diferentes aspectos de su vida, ya sea a causa de alguna mala experiencia, o incluso de manera diaria, dentro de nuestro ambiente laboral.
En mi opinión, la principal razón por la que utilizamos este término de manera tan frecuente o nos referimos a las características del mismo a veces sin siquiera saber que hablamos de él, se debe a que se ha convertido en parte de nuestro vocabulario para explicar uno de los tantos elementos que debemos enfrentar como mujeres para lograr un ambiente de equidad y respeto. En otras palabras, el concepto de techos de cristal, reúne todos los elementos que como mujeres necesitamos cambiar para lograr un ambiente en el que merecemos trabajar y coexistir.
¿Qué son los techos de cristal? Este término, ya reconocido por el Gobierno Federal, se define por la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres como “el conjunto de normas no escritas al interior de las organizaciones que dificultan a las mujeres tener acceso a los puestos de alta dirección”. A mi me gusta describir este tema como aquella problemática socio-cultural que forma barreras invisibles dirigidas y aplicables de manera exclusiva a las mujeres, que impiden la ascensión a niveles jerárquicos.
Si bien hemos avanzado mucho en el tema, ¿cómo se ven los techos de cristal en el día a día? Para ilustrarlo mejor, tenemos las siguientes estadísticas: Según el Instituto Mexicano para la Competitividad y el Centro de investigación en Política Pública, mientras que la participación de mujeres en México alcanza 36% en la plantilla laboral de empresas listadas en las bolsas mexicanas de valores, se reduce a 21% en direcciones de áreas jurídicas, 10% en direcciones de finanzas y a 4% en la dirección general.
Personalmente puedo decir que, como una mujer joven cuya experiencia laboral está aún comenzando, tristemente es un término que más que haber escuchado, he visto materializarse en distintas escenas y episodios dentro y fuera del mundo de la abogacía.
Es usual que cuando me siento en una sala de juntas con algún cliente o con el equipo interno de trabajo más del noventa por ciento de las personas a mi alrededor, sean hombres. En los casos en los que no es así, es igualmente probable que aquél que tenga la última palabra o asuma la responsabilidad del proyecto, sea un hombre. Lo anterior no es necesariamente malo, pero considero que el problema es esa concepción primitiva que muchos tenemos de manera inconsciente respecto de que los hombres son mejores líderes, tienen una mayor capacidad para la toma de decisiones y tienen una particular facilidad para negociar. Considero que las circunstancias y prejuicios antes mencionados constituyen uno de los pilares fundamentales de los techos de cristal.
Ya que esbozamos los términos generales de esta problemática, es importante plantearnos posibles soluciones y estrategias para combatir y eventualmente romper estos techos de cristal.
Partiendo de la base de que estas barreras son reglas no escritas, las soluciones para combatirlas tienen la misma naturaleza, es decir, este fenómeno se basa en una concepción cultural generalizada que hace las veces de norma obligatoria. Por lo tanto, en mi experiencia, he visto que funciona realizar ciertas actividades o conductas dentro del día a día sin que sea necesario contravenir aquellas normas que sí tienen carácter obligatorio.
Cada lugar de trabajo tiene sus propias normas por lo que la primera conducta que sugiero, es la concientización. Es importante identificar qué conductas o políticas no escritas existen dentro de nuestro lugar de trabajo y consecuentemente impiden que crezcamos a la par de nuestros compañeros. Una vez que podemos nombrarlas, distinguirlas y delimitar sus alcances, podemos empezar a realizar pequeñas conductas tales como aprender a trabajar dentro del sistema, es decir, comunicarnos de manera frontal haciendo notar la problemática pero proponiendo alternativas asequibles impulsando a más personas para poder generar un cambio significativo.
Considero de suma importancia comunicar este tema de manera frontal y sincera, demostrando que como mujeres podemos tener las mismas características de liderazgo y templanza. Asimismo, me parece esencial para solucionar este fenómeno reconocer que las barreras se tumban con más facilidad cuando se empujan con muchas manos. Una herramienta fundamental para lo anterior, es hacernos de compañeros y compañeras que tengan esta misma intención de cambio y buscar también recursos disponibles, es decir, debemos comprender que no se trata de un problema personal, sino de uno generalizado que nos afecta a todos.
Referencias:
2. https://imco.org.mx/mujeres-en-las-empresas-2022/

Sobre la autora:
Verónica Brizuela es pasante en Kuri Breña, Sanchez Ugarte y Aznar S. C. y estudiante de la Carrera de Derecho en la Universidad Panamericana.