
El lunes 10 de abril de 2023, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden firmó una ley finalizando la emergencia nacional derivada del COVID-19. Es imposible evitar que esta noticia nos remonte a aquél marzo de 2020. A tres años de la pandemia por COVID -19, parece que se nos olvidó aquella ideología adoptada como la “nueva normalidad” en la que el balance entre la vida personal y profesional, el trabajo desde casa y la flexibilidad de trabajar desde cualquier lugar, llegaron a erguirse como pilares fundamentales.
Laboralmente hablando, la pandemia fue un parteaguas en la vida de muchas personas, quienes por primera vez se dieron la oportunidad de poner una pausa a sus agitadas vidas, principalmente porque no les quedó otra alternativa. Lo que parecía ser una imposición limitante con el famoso “quédate en casa”, terminó siendo una oportunidad para parar y descansar, lo cual, impresionantemente, dió mucha perspectiva.
¿Por qué para muchos colegas la pandemia fue un break? Porque muchos, por primera vez, pudieron demostrar que para cumplir su cuota de facturación no tenían que estar presencialmente en una oficina, que su eficiencia era la misma o, incluso, mejor, pudiendo tomar una conferencia sin corbata y resolver una cuestión legal complejísima, desde la sala de su casa. Esto nos permitió un significante ahorro de tiempo no solo en traslados, sino en esas horas “fachada” en las que permanecer más tiempo en la oficina representaban ser más trabajadores.
Específicamente para los abogados, in-house, independientes, o miembros de un despacho, el balance entre la vida personal y laboral siempre ha sido difícil. La razón es sencilla, vendemos el tiempo que invertimos en un asunto, sin importar si es una práctica privada o una empresa.
La cultura laboral para los abogados es sin duda un círculo vicioso. Entre un ir y venir respecto a la exigencia de los clientes (internos o externos) y la falsa creencia de que debemos estar disponibles 24/7, se crea una demanda de nosotros mismos hacia miembros de nuestro equipo o, siendo abogado interno, hacia nuestros abogados externos. Lo cierto es que somos nosotros quienes marcamos la pauta, respondemos a cualquier demanda como si todas fueran de vida o muerte y otorgamos la calificación de urgencia a asuntos que no siempre la merecen.
El origen del ciclo es entendible, y no se limita a nuestra profesión. En el mundo actual en el que vivimos no es social ni laboralmente aceptado hacer una pausa. No hemos entendido que descansar no solo es justo, sino que es necesario. Hemos normalizado el estar ocupados y estresados, y no tener tiempo para nosotros mismos. Quien se da el lujo de priorizar en sus necesidades, puede llegar a ser mal visto, e incluso, rechazado.
El reto está en que por ello, no nos atrevemos a poner límites, pues sabemos que está la presión tácita de que si no nos acoplamos a este sistema, quedamos mal. Trabajar horas extra en algunos lugares incluso es interpretado como “ponerse la camiseta”. Cuando en realidad, trabajar horas extra en otros países es interpretado como falta de administración e ineficiencia.
No estamos sugiriendo que el modelo sea completamente insostenible, sino que simplemente no se deben olvidar las bondades de buscar esquemas de balance. Sabemos que cognitivamente el cerebro humano necesita pausas. Olvidar los beneficios de un evento tan relevante que nos forzó a ir más despacio, parecería contradictorio.
Muchas empresas, en el candor de la pandemia, prometieron una “nueva normalidad” en la que la flexibilidad iba a ser estandarte. A tres años de un evento que puso en jaque al mundo, nos enfrentamos a una realidad en la que los grandes empleadores (léase empresas, despachos) han olvidado que durante lo que fue una de las épocas más duras para la humanidad contemporánea, salieron adelante muchos negocios, gracias a las personas que trabajaron desde la sala de su casa o tomando un café en el jardín.
Es difícil minimizar la importancia de la decisión de volver completamente a la oficina, quedarse en un esquema 100% remoto o encontrar un punto medio en un modelo híbrido. La dualidad entre la flexibilidad y promover la colaboración en persona se ha reflejado en posturas que han tomado gigantes de la industria como Amazon, cuyo CEO recientemente anunció el regreso al trabajo presencial recalcando que así la gente tiende a estar más comprometida y le es más fácil colaborar; y Airbnb, cuyo CEO por el contrario ha manifestado que no habrá cambios en su política de trabajo remoto, ya que ir a la oficina es noción obsoleta de una era predigital.
En miras de lo anterior, la intención de estas líneas es hacer una invitación a la reflexión consciente de aquellos factores que convirtieron una de las etapas más difíciles para la sociedad actual un “estáte quieto” para el ritmo agitado que muchos colegas compartían previo a la pandemia y recoger lo que aprendimos en esos meses respecto a que lo importante no es desde dónde o a qué hora estás entregando resultados, sino balancear el éxito profesional con una sana vida personal.

Sobre las autoras
Mariana González es licenciada en derecho de la Universidad Anáhuac y candidata a un LL.M.por Northwestern y una especialización en Administración de Empresas del IE de España, comenzó desempeñándose en la práctica privada formando parte de prestigiosas firmas de abogados como White & Case, Sánchez Saldaña Abogados, y Martínez Algaba, de Haro y Curiel, contando con una sólida experiencia en litigio civil y mercantil, así como en derecho regulatorio de nuevas tecnologías. Hoy en día Mariana se ha especializado en empresas de tecnología. Ingresó al área de regulatorio de Uber México en 2020 y actualmente forma parte del equipo de Producto &
Comercial en dicha empresa. En 2019 ganó el premio pro bono de White & Case. Desde 2020 forma parte del comité de Women of CLO.
Es speaker en temas regulatorios y de Diversidad Equidad e Inclusión.

Isabel Frías es Licenciada en Derecho por el Tec de Monterrey en la Ciudad de México. Cuenta con 10 años de experiencia enlitigio fiscal y administrativo desarrollando su práctica profesional tanto como abogada de despacho en prestigiosas firmas de abogados como Chevez, Ruiz, Zamarripa y Cía., S.C., y como abogada de empresa. Ha cursado diversos diplomados en Derecho Fiscal y Contabilidady Finanzas en el ITAM. Actualmente se desarrolla
como Litigation Counsel en Uber México, donde forma parte del comité de Women of CLO, fomentando el liderazgo de mujeres abogadas y el desarrollo de temas de Diversidad, Equidad e Inclusión.