
¿Te has preguntado alguna vez sobre el poder que los prejuicios inconscientes tienen en tu vida?
Los prejuicios actúan de manera imperceptible, pero su impacto puede ser muy negativo en nuestro trabajo o en nuestra vida diaria. El 95% de nuestros pensamientos se encuentran en autopiloto, es decir, son pensamientos inconscientes que nos hacen darle una significación automática a las cosas, como, por ejemplo, el tener en la mente, por una educación o una cultura de inequidad (o simplemente por repetir patrones inconscientes), que una mujer tiene una connotación inferior a la de un hombre.
El sesgo inconsciente llega a ser tan grande que, por ejemplo, algunos investigadores han comprobado que los huracanes con nombres femeninos causan más muertes, debido a descuidos por ser considerados menos peligrosos que aquellos huracanes con nombres masculinos.
La directora de comunicaciones estratégicas, Ariana Solís, y el asesor general adjunto de la Oficina de asesoría jurídica, Germán Gómez, de Hogan Lovells, hablaron sobre este tema en el seminario Unconscious bias el pasado 19 de septiembre, dentro de las oficinas de este bufete internacional de abogados.
Uno de los ámbitos donde se perciben las consecuencias de este sesgo inconsciente, específicamente hablando de género y raza, es en el terreno laboral. Es ahí donde suele suscitarse una inadvertida segregación a estos dos grupos, que podría afectar negativamente a la inclusión dentro de las actividades laborales, además de llegar a ser un gran inconveniente para una fuerza de trabajo diversa, y para nuestra propia proyección profesional.
A lo largo del seminario se comprobó la teoría de que todos estos prejuicios afectan de manera cotidiana a quienes pertenecen a estos grupos culturalmente segregados. “Economistas, sociólogos y psicólogos han confirmado que el grupo social al que pertenece una persona puede identificarse como la causa definitiva del tratamiento que reciba”, se dijo en el seminario.
El hecho de pertenecer al género femenino puede influir inconscientemente en una mala evaluación en el trabajo. Existen cuatro tipos de sesgos, ejecutados principalmente por evaluadores que limitan la participación de la mujer en puestos de liderazgo: en el proceso de selección, en la contratación y salario inicial, en las evaluaciones de desempeño y en el proceso de revisión de rendiciones.
Si bien es un problema cultural aún latente, con el paso del tiempo se han tomado medidas correctivas, no obstante, es algo tan impregnado en la sociedad que hará falta un mayor esfuerzo. En una discusión entre los asistentes, Ariana destacó una frase para la reflexión: “Las empresas buscan ser diversas, pero no logran ser incluyentes”.