Ser mamá y trabajar sí se puede (no son solo “superpoderes”)
Marcela Bojorge
15 de Agosto, 2025

A lo largo de la historia a las mujeres nos han contado muchas mentiras. Mentiras disfrazadas de “consejos”, de “costumbre”, o de “tradición” que por años nos han limitado en muchos aspectos. Que “calladita te ves más bonita”, que “el trabajo de una mujer está en casa”, que “si tienes hijos, tu carrera se acabó”. 


Yo crecí escuchando una en particular que me sembró mucho miedo: “ser mamá y trabajar no se puede”. Y si, entiendo porque tantas veces pareció cierta. Porque no es que la maternidad y el trabajo sean incompatibles, es que el sistema fue diseñado sin nosotras en mente. 

Al encasillar a la mujer en un estereotipo en donde su único rol válido es cuidar el hogar y de los hijos, se nos negó por años la posibilidad de construir, en paralelo, una carrera profesional plena, sin culpa y sin renunciar a una crianza presente.  


Pero hoy, desde mi experiencia personal, puedo decir que esa mentira empieza a desmoronarse. No porque ser mamá te de superpoderes (aunque si te los da), sino porque cada vez hay más espacios laborales que entienden que conciliar la vida profesional con la personal no solo es posible sino deseable y rentable. 


En mi caso, al principio de mi embarazo con sueño, náuseas, incomodidad y otros muchos síntomas, también me enfrentaba con el miedo absurdo de avisar en mi trabajo que estaba embarazada, miedo porque “¿Qué va a pasar con mi carrera?”, tal vez mañana no me consideren para puestos grandes o mayores responsabilidades porque “es mamá, no tiene el tiempo”, a toda esta ecuación hay que sumarle la presión y culpa que nosotras mismas nos imponemos desde antes de ser madres al pensar que vamos a ser “malas madres” solo por perseguir una carrera profesional. 


Para mi sorpresa, al comunicar la noticia en mi trabajo no hubo más que flexibilidad, apertura y disposición para que la dinámica laboral siguiera siendo funcional para todos. Aun cuando no había precedentes de embarazos en puestos de rango similar al mío, logramos ajustar, en conjunto, la dinámica de trabajo de forma en que no tuviera que abandonar ninguna de mis ahora dos profesiones: mi carrera y la maternidad.


Sin embargo, tengo claro que mi realidad no es la de todas las mujeres en México. Los datos hablan por sí solos: índices altísimos de discriminación por embarazo, despidos injustificados por la misma causa, pruebas de embarazo como requisito de contratación, brecha salarial y muchas otras barreras similares.  


Y sin perder la empatía ante estos datos alarmantes, me negué a pensar que mi situación fue un caso aislado. No podía ser yo la única que está viendo un cambio, por más mínimo que fuera. Me enfoque en buscar testimonios positivos, historias de éxito, empresas empleadoras en México con políticas de maternidad y paternidad efectivas. Encontré múltiples mujeres que compartieron conmigo su experiencia y los factores en común que identifique fueron empresas con: 

  • Flexibilidad en horarios
  • Priorizan la productividad sobre las “horas muertas” en la oficina 
  • Teletrabajo o esquemas híbridos 
  • Flexibilidad para las madres lactantes o espacios adecuados para ello 
  • Servicios de cuidado infantil ya sea dentro del centro de trabajo o como una prestación adicional. 
  • Licencias de paternidad superiores a la de ley, fomentando así la corresponsabilidad de la crianza. 

Pareciera que nuestros legisladores se olvidan que fomentar los derechos de las madres trabajadoras no se limita a otorgar licencias de maternidad de seis semanas previas y seis posteriores al parto. Una vez que terminan estas licencias los retos no desaparecen, únicamente aumentan: madres lactantes sin los espacios adecuados, falta apoyo para el cuidado de los hijos durante la jornada laboral, poca flexibilidad de tiempo para cumplir con las demás labores del hogar, licencias de paternidad no promuevan la participación activa de los padres en la crianza. Estas son las verdaderas discusiones que deberíamos estar impulsando.  


Aunque, el sector empresarial parece estar entendiendo que el fomentar políticas internas eficientes de maternidad y paternidad tiene un efecto positivo en la fuerza laboral. Esto no solamente mejora la calidad de vida de las personas, sino también reafirma su compromiso y productividad. Una cultura laboral abierta y dispuesta a adaptarse, permite a las madres trabajadoras lograr un balance entre la vida profesional y la maternidad. 

La maternidad no tiene por qué ser un obstáculo. Es una etapa que enriquece, desafía y fortalece a la mujer en todos los aspectos, y promover diálogos en los que las empresas muestren empatía es una forma de liderar mucho más humana y por lo tanto más eficiente. 


Dialogando con una colega mayor que yo sobre este tema, me dijo algo que llamo mucho mi atención: en su época era imposible siquiera plantear este tipo de políticas, y siente que sacrifico demás a sus hijos por perseguir una carrera profesional. Hoy claro que hay un avance: estas conversaciones YA están sobre la mesa. Soy fiel creyente que pronto tendremos una generación de hijos que crezcan admirando a sus madres profesionistas y una generación de madres profesionistas sin culpas ni remordimientos.


El verdadero progreso llegara el día que no tengamos que hablar de “compatibilidad” entre la maternidad y la vida profesional, porque ambas cosas serán vistas como lo que realmente son: dos facetas igual de valiosas en el desarrollo de una mujer. 


*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.


Marcela Bojorge

Marcela Bojorge, es abogada por la Universidad Iberoamericana y actualmente se desempeña como Asociada en Sainz. Su práctica se centra en consultoría laboral, asesorando a compañías nacionales y extranjeras en cumplimiento normativo, materia colectiva, procesos de sustitución patronal, relaciones laborales individuales y colectivas. Cuenta con experiencia en prevención de conflictos laborales y en la implementación de estrategias legales que fortalezcan las relaciones empresa–colaborador

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