Florecer como Aguacate
Mónica Núñez
24 de Septiembre, 2025

¿Sabías que, para dar frutos, el árbol de aguacate necesita condiciones muy específicas? Requiere un clima cálido y húmedo, suelo bien drenado con pH entre 5 y 7, y la polinización —generalmente realizada por abejas— es crucial para que florezca. Sin estos elementos, su crecimiento se estanca.


Hace poco un amigo me contó una historia que me conmovió profundamente y que, con el tiempo, se convirtió en una metáfora de mi propia vida profesional y personal. En el jardín de su casa había un árbol de aguacate que no florecía; estaba seco, sin fuerza y condenado a morir. Él pensó en arrancarlo y tirarlo, pero su madre lo detuvo con una idea sencilla: replantarlo en otro lugar del jardín y darle otra oportunidad. Lo hicieron y, para su sorpresa, aquel árbol encontró nueva vida. Echó raíces fuertes, creció y dio frutos abundantes. Las palabras de mi amigo al contar la historia fueron contundentes: el aguacate estaba en el lugar equivocado


Esa historia me hizo pensar en todas las veces en que, como mujeres y profesionales, sentimos que no florecemos. No siempre es por falta de capacidad, esfuerzo o talento. A veces, simplemente, estamos en la tierra equivocada, en un entorno que no nos nutre, en un espacio que nos limita más de lo que nos impulsa.


Como mujer y abogada, he atravesado etapas en las que me sentí como ese árbol seco: jornadas interminables, falta de equilibrio entre vida personal y laboral, ambientes donde el reconocimiento parecía inalcanzable en medio de situaciones en las que, aunque diera todo de mí, era difícil sentirme valorada o encontrar espacio para crecer. Las ganas de sobresalir gritaban “sí se puede”, pero la falta de empatía, comprensión y tiempo ponían un freno que, además, me hacía sentir impotente.


Esta realidad no me pertenece solo a mí: es compartida por muchas mujeres y colegas. Diversos estudios en México señalan que las mujeres en el ámbito legal enfrentamos mayores retos para lograr balance, porque a la exigencia profesional se suma la carga de responsabilidades personales y familiares. Esto provoca desgaste, rotación o incluso la renuncia a proyectos que, en condiciones más equitativas, habrían florecido.


Pero florecer no depende únicamente del terreno. Como el árbol que necesita tierra fértil, también necesita raíces fuertes. En mi experiencia, encontrar el lugar correcto comenzó con un proceso de autoanálisis: preguntarme qué quiero, qué me detiene, qué debo soltar y en qué áreas debo crecer. Fue necesario reconocer mis propios límites, reforzar mis habilidades, pedir ayuda cuando lo necesitaba y aprender a decir “no”. No basta con esperar que el entorno cambie; también nos toca buscar activamente esas oportunidades, atrevernos a movernos y construir la vida que soñamos.


Así como el aguacate encontró nueva vida al cambiar de lugar, yo también descubrí que el crecimiento es una mezcla de tierra fértil y raíces decididas. Por un lado, estar en un entorno laboral con metas claras, inclusión y oportunidades me ha impulsado. Por otro, cultivar relaciones personales sanas, basadas en respeto, comunicación y amor, ha sido igual de importante. Florecer es resultado de ambos: del lugar donde estamos y de nuestra decisión consciente de trabajar en nosotras mismas, florecer no siempre es cómodo, requiere soltar miedos, replantear hábitos y tener conversaciones difíciles.


Para mí, florecer significa sentirme plena, orgullosa de mi profesión, de ver el resultado de mi trabajo, de cuidar mi salud física y emocional, de estar decidida, fuerte, amada y protegida; para mí florecer ha significado que todos los aspectos de mi vida tengan su lugar ideal y coexistan de una manera armónica. Parece una metáfora o una mentira: la vida en perfecto equilibrio; sin embargo, es una realidad luego de un largo camino de prueba y error, de decisiones valientes y dolorosas, de miedo, de mucho esfuerzo, de tomar acción sobre lo que no me gustaba o no me hacía bien; volviendo a la metáfora inicial, la historia del aguacate me enseñó que cambiar de tierra da mucho miedo, pero también me ha salvado.


Como mujeres abogadas, merecemos espacios donde podamos equilibrar la vida personal y laboral, donde nuestros talentos sean escuchados y reconocidos. Y cuando eso sucede, no solo florecemos nosotras: también damos frutos para nuestras familias, comunidades y las generaciones que vienen detrás.


Mi invitación para todas las lectoras de este espacio es: si hoy te sientes como ese aguacate seco, replantea dónde estás y qué puedes hacer para fortalecerte, deja a un lado los miedos y pregúntate: ¿qué es lo peor que puede pasar? tal vez que todo siga igual, pero también puede pasar que todo mejore, porque cuando buscamos activamente el lugar correcto y trabajamos en nosotras mismas, siempre es posible florecer. 


Para finalizar me gustaría compartir una de las frases que mi ingeniero favorito siempre dice: Lo más difícil de convertirse en la persona que quieres ser, es dejar de ser la persona que eres. 


*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.



Mónica Núñez

Monica Núñez Canela es licenciada en Derecho con 15 años de experiencia en Derecho Inmobiliario y Contractual, a lo largo de su carrera ha trabajado enempresas que se dedican al desarrollo inmobiliario comercial, habitacional e industrial y actualmente forma parte del equipo jurídico de Real Estate de BBVA México. Tiene un curso en Negociación Exitosa por la Universidad de Michigan y una especialidad en Innovación.

ARTÍCULOS RELACIONADOS.

...
...
...
...
...
...
...