Cuando la IA facture: el verdadero valor del abogado
Tania Zúñiga
07 de Octubre, 2025

La pregunta de fondo

Los avances tecnológicos de los últimos años transforman nuestra forma de vivir y trabajar. Herramientas capaces de multiplicar la productividad y resolver tareas en segundos hacen que, en apariencia, el éxito parece depender únicamente de “apretar un botón”. Esta realidad me llevó a reflexionar sobre el valor de las obras creadas total o parcialmente mediante inteligencia artificial (IA) y sobre cuál será el verdadero peso de la intervención humana en productos y servicios en el mediano y largo plazo.


El lujo de lo humano

En la consultoría legal —mi campo profesional— estoy convencida de que la participación humana será cada vez más valiosa. Los documentos elaborados íntegramente por abogados, sin apoyo de IA, se convertirán en un bien escaso y, por lo mismo, en un lujo. Algo similar ocurrirá con las expresiones artísticas, cuyo valor crecerá al permanecer como reflejo auténtico de la creatividad humana.

Un ejemplo cotidiano lo encontramos en los servicios de atención al cliente. La frustración de interactuar únicamente con sistemas automatizados y el alivio que sentimos al ser atendidos por un ejecutivo real reflejan el valor insustituible de la empatía, la creatividad, la resolución de conflictos y la calidez humana. Estas cualidades serán cada vez más apreciadas.


La abogacía frente a la inteligencia artificial

La IA se consolidará como herramienta indispensable para liberarnos de tareas repetitivas y de baja complejidad, lo que nos permitirá enfocarnos en labores de mayor impacto. Esto hará que los consultores altamente especializados se vuelvan más estratégicos y productivos.


En la abogacía, los perfiles generalistas serán desplazados, mientras que los abogados especializados dedicarán su tiempo a resolver asuntos complejos que exigen experiencia y criterio sofisticado. Lejos de temerle, debemos abrazar la IA como un aliado estratégico que haga nuestras firmas más eficientes y humanas al mismo tiempo.


Un cambio ya en marcha

No se trata únicamente de imaginar escenarios futuros. El uso de la inteligencia artificial ya está transformando la manera en que los abogados trabajamos tanto en la práctica privada, como en la impartición de justicia. En la práctica privada, las firmas y abogados in-house han comenzado a usar la IA para tareas de investigación, elaboración de documentos como contratos, demandas, opiniones legales, creación de argumentos, contra argumentos, identificar riesgos, realizar análisis de la legislación e implementar programas de cumplimiento de la misma.


En tribunales de países como Estonia, Nueva Zelanda, Canadá, Italia o China han incorporado sistemas de IA para búsqueda documental, clasificación de expedientes, chatbots legales y transcripción automática.


México no es ajeno a esta tendencia. En un hecho histórico, recientemente, el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Segundo Circuito, emitió la tesis con Registro digital: 2031009, en la que se estableció que la inteligencia artificial es una herramienta auxiliar y que los jueces pueden usarla válidamente en procesos jurisdiccionales para calcular el monto de las garantías que se fijen en los juicios de amparo, en el entendido de que su utilización no sustituye la labor de las personas juzgadoras, sino que facilita y hace más eficiente la administración de justicia. 


El tribunal señaló que ante el avance de las nuevas tecnologías y las tendencias emergentes de justicia digital, la IA es una herramienta innovadora que puede incorporarse a los procesos para facilitar el razonamiento numérico dentro de labores jurisdiccionales, y su uso se justifica porque permite reducir errores humanos en dichos cálculos; dar transparencia y trazabilidad al exponer cómo se obtiene el resultado paso a paso; generar consistencia y estandarización en los precedentes y en la fijación de los montos de las garantías; y mejorar la eficiencia procesal, al liberar tiempo para el análisis sustantivo del caso y facilitar la motivación de las decisiones judiciales. Esta resolución reafirma que el verdadero valor de la profesión legal radica en el juicio crítico y la interpretación normativa.


La IA te hace más eficiente pero no sustituye el criterio

Hoy en día, por ejemplo, un documento legal que antes tomaba horas de preparación puede generarse en cuestión de minutos con apoyo de estas tecnologías. Los documentos que te proporciona te ahorrarán un 50%-80% del trabajo inicial, sin embargo, la rapidez no tendría sentido sin el conocimiento técnico y la experiencia necesarios para garantizar que el contenido cumpla con la regulación vigente y se ajuste al contexto del negocio.


Ese es el punto fino. La IA reduce drásticamente los tiempos, pero sin dominio de la materia la herramienta se vuelve un riesgo. Lo que marca la diferencia es el juicio profesional, la capacidad de interpretar y contextualizar, y esa sigue siendo una función insustituible del abogado.


El fin de las horas facturables

El uso responsable de la IA permitirá liberar tiempo para actividades estratégicas como el desarrollo de talento y el fortalecimiento de la confianza con clientes y equipos. Este cambio anuncia un nuevo paradigma de negocio en el que las firmas ya no podrán basar su valor únicamente en las horas facturables ni en el tamaño de su plantilla. Los clientes privilegiarán la calidad, la especialización y los resultados tangibles.


Las pequeñas y medianas empresas también se verán impactadas. Tendrán acceso a soluciones legales tecnológicas de bajo costo o incluso gratuitas, lo que si bien podría entenderse como democratización de la asesoría jurídica, dicho acceso conlleva riesgos ya que los sistemas de IA pueden cometer errores o generar “alucinaciones”. Esto puede derivar en sanciones graves e incluso comprometer la continuidad de sus operaciones.


El reto del gremio legal

El reto para nuestra profesión es claro. Debemos especializarnos y sub especializarnos, como lo han hecho los médicos, y demostrar a los clientes el valor insustituible de nuestra intervención. También debemos construir modelos que hagan accesibles nuestros servicios a PYMES que enfrentan un entorno regulatorio complejo y que merecen la misma protección que las grandes corporaciones.

La reflexión es contundente. La IA puede aportar objetividad, velocidad y eficiencia, aunque lo humano seguirá siendo el componente que garantiza empatía, ética y confianza. Como gremio, debemos aprender a convivir con estas herramientas, potenciarlas y al mismo tiempo marcar la diferencia en lo que ninguna tecnología puede replicar. El valor del trabajo humano lo reconoce y lo otorga otra persona. Valoremos, entonces, nuestra labor profesional —incluso aquella enriquecida por la inteligencia artificial— como un aporte único, estratégico y cada vez más necesario.


*El contenido de este artículo es publicado bajo la responsabilidad de su autora y no necesariamente refleja la posición de Abogadas MX.

Tania Zúñiga

Tania Zúñiga es Socia de Sámano Abogados S.C., donde lidera las prácticas de Tecnología e Innovación Legal y Derecho Bancario. Con más de trece años de experiencia en derecho corporativo, bancario y de tecnologías de la información, ha asesorado en la constitución, fusión y transformación de sociedades, así como en la negociación y estructuración de complejos proyectos financieros y tecnológicos para multinacionales. Su trayectoria ha sido reconocida con el Client Choice Award de Lexology (2020, 2022 y 2024) y como IT Lawyer of the Year México por Acquisition International (2023 y 2025). Actualmente se desempeña como secretaria general de la Asociación Mexicana de Economía Digital, AmeDigital, organización que agrupa a empresas, cámaras y asociaciones del ecosistema tecnológico y financiero del país, con el propósito de impulsar la economía digital. Con formación académica en la UNAM, donde obtuvo Mención Honorífica en licenciatura y posgrado, y estudios en instituciones internacionales como IE Business School y The Law Society of England and Wales, Tania se ha consolidado como una de las voces más destacadas en la intersección entre derecho e innovación.

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