Hablemos de igualdad. Hablemos de empoderamiento. Hablemos de nuestro retiro. Trabajamos toda la vida en la casa, atendiendo a la familia, en labores de cuidado, en el sector informal y en el sector formal; incluso mezclas de todas las anteriores. ¿Y qué pasará con nuestro sustento llegada la adultez mayor? ¿Estamos ahorrando para ese momento? ¿Hemos hecho una planeación de cómo queremos llegar a la jubilación financieramente hablando?
Es un tema que no debe ser tabú, ni dar miedo, y menos pensar en que llegado el momento se resolverá solo. Así es que a considerarlo y a planearlo. En el Sistema de Ahorro para el Retiro de nuestro país existen 65.8 millones de cuentas individuales que son propiedad privada y para muchos, son parte esencial del patrimonio o incluso el único patrimonio que se tiene. Lo primero que hay que hacer es tener sentido de pertenencia de esa cuenta. Ubicarla y saber en qué Administradora de Fondos para el Retiro (AFORE) se encuentran los recursos para conocer su saldo y actualizar los datos para que nos envíen periódicamente la información correspondiente.
En la página de Internet del regulador de este sistema, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR) están todos los datos y orientación al respecto. La propia AFORE debe ayudar a hacer el cálculo del ahorro que debemos tener en el presente para la vida que esperamos en el futuro. Y aquí es donde hay que considerar los datos reales que representan un reto adicional para las mujeres y su manutención en la adultez mayor. Millones de mujeres ganan menos que los hombres aun cuando realizan el mismo trabajo. En el Senado de la República hemos conformado un Frente por la Igualdad Salarial que permita modificar leyes y generar incentivos efectivos para lograr un piso parejo. Dependiendo del sector, hay extremos en donde las mujeres ganan prácticamente la mitad de lo que gana un hombre por el mismo trabajo y responsabilidades, y el promedio nacional de esa disparidad en el ingreso es de 75%.
En la mayoría de los casos, una mujer mexicana tendría que laborar el equivalente a cinco jornadas adicionales al mes para equilibrar su salario con el de un hombre, lo que repercute entre otras cosas, en la densidad de las aportaciones que hacen a su cuenta individual para el retiro. Si esta situación es grave e inaceptable, sumemos que las mujeres en México trabajan en su mayoría (60%) en el sector informal, por lo que no cotizan al SAR. Es decir, la gran mayoría de las mujeres que trabajan, al estar fuera del sistema de protección social, no están teniendo ahorros para el momento de la adultez mayor, salvo en los muy pocos casos en donde se tienen cuentas individuales de ahorro voluntario. Hoy, el ahorro voluntario en el SAR representa tan solo el 2.2% del total del ahorro y es indispensable que crezca tanto en el caso de cuentas de quienes no cotizan en el sistema formal, como de quienes sí lo hacen pero realizan aportaciones adicionales para hacer crecer su monto de ahorro para la pensión. Otro elemento que pone a las mujeres en aún mayor desventaja respecto de los recursos para el retiro, es que tienen niveles de intermitencia laboral superiores a los de los hombres, por razones principalmente relacionadas al cuidado de los hijos. Esta situación no sólo afecta al tamaño del ahorro acumulado, sino a la posibilidad misma de alcanzar una pensión, ya que la actual ley tiene un requisito de reunir un mínimo de cotización de 1,250 semanas, que equivalen a 24 años de servicio ininterrumpido.
Otro factor que dará origen a mayores inequidades tiene que ver con la esperanza de vida. Es decir, una noticia positiva como lo es el hecho de que las mujeres somos más longevas, acaba siendo un reto para la pensión porque necesitamos mantenernos por más años. En promedio, según datos del Consejo Nacional del Población, las mujeres en México tenemos una esperanza de vida de 77.8 años, mientras que la de los hombres es de 72.1. Esta diferencia implica tener que contar con más de 5 años promedio de recursos que los hombres para subsistir durante los últimos años de nuestra vida. De nuevo: requerimos de un mayor monto de ahorro.
Del total de las cuentas registradas por el Sistema de Ahorro para el Retiro, el 40.9% pertenecen a mujeres y el 59.1% a hombres. En promedio, los hombres ahorran 14.5% más que las mujeres. Y el dato más grave: 72% de las mujeres dueñas de una cuenta individual tienen menos de 50 mil pesos ahorrados, lo que evidentemente no alcanzará para tener una pensión suficiente. Y finalmente, está el acceso a la tecnología. Sólo el 32.8% de las mujeres dueñas de una cuenta individual utilizan plataformas tecnológicas de las AFORES, mientras que los hombres las utilizan en el 67.2% de los casos. Ello es reflejo desde luego de la desigualdad en áreas como la educación financiera, la tecnología y el empoderamiento/toma de decisiones en la esfera económica, pero sobre todo patrimonial de la familia.
Habiendo dicho todo lo anterior, quedan las siguientes conclusiones: el ahorro pensionario y los recursos para el retiro representan uno de los problemas más grandes y apremiantes para la población en general y para el estado mexicano en
particular, ya que son las finanzas públicas las que acaban absorbiendo pensiones extraordinarias para adultos mayores en situación de vulnerabilidad. Y nunca alcanzan a cubrir a todos los que las necesitan. El reto de contar con una pensión financieramente sustentable y suficiente se acentúa para las mujeres por una serie de características que tienen que ver con el trabajo no remunerado, la disparidad en los ingresos, la intermitencia en el empleo y la mayor esperanza de vida, entre otros. Por ello, ante la inminente necesidad de una reforma integral al sistema de pensiones en nuestro país, es esencial que ésta contemple la perspectiva de género para tratar de reducir y acabar con las vulnerabilidades a las que nos vemos expuestas las mujeres por cultura, estructura y hasta naturaleza (maternidad y longevidad por ejemplo). El futuro siempre acaba alcanzándonos y más vale prever, planear y atender con oportunidad antes de que sea demasiado tarde.

Vanessa Rubio Márquez
- Senadora de la República
- Más de 25 años de servidora pública
- Ex-Subsecretaria de Hacienda y Crédito Público (primera mujer en la historia)
- Ex-Subsecretaria en Relaciones Exteriores y de SEDESOL.
- Ex-Profesora del ITESM por más de 14 años.